Ya se nos esta acabando el verano y la nutria ha escrito e ilustrado un cuentecito para despedirse de él inpirado en uno de nuestros amigos. Esperamos que te guste tanto leerlo como a la nutria hacerlo
Rise and shine
-Qué rollo… Otro verano que no vamos a la playa. Encima en este pueblo no para de llover y la seño nos ha encargado este cuaderno de ejercicios. ¡Esto no son unas vacaciones ni son nada!- Dijo Aurora tumbada en el suelo del salón, mientras hacía castillos con los lápices del estuche.
De repente, se escuchó un gran estruendo en el balcón y un pequeño temblor sacudió el suelo, derribando las torres de colores.
-¿Qué ha sido eso? Mejor voy a mirar.
Aurora se levantó y miró por la cristalera del balcón. En el suelo, al lado de un par de macetas rotas, había un unicornio. No podía creer lo que estaba viendo ¡Un unicornio de verdad! Al principio se asustó un poco (al fin y al cabo había un caballo con un cuerno en su balcón); pero luego se asusto aún más cuando la miró y comenzó a hablar.
-¡Oye niña! Sí tú, la de la ventana ¿Te importaría ayudarme? Acabo de pegarme un porrazo enorme y me duele el culo una barbaridad -dijo el unicornio frotándose la zona. -¿Me invitas a pasar? ¡Además, esta lloviendo a cántaros!
Aurora se lo pensó un poco y abrió la cristalera corredera. Al principio se había llevado un susto de muerte; pero después de calmarse decidió que aquel unicornio no podía ser malo; además, había dicho su palabra prohibida favorita: «culo».
-De acuerdo pasa, pero límpiate los cascos antes de entrar.
-Muchas gracias niña. Solo serán un par de horas hasta que la lluvia no sea tan fuerte y pueda volver a casa. -dijo el unicornio mientras pasaba al interior del salón y se sentaba en una gran montaña de cojines.
-¿Es que no te gusta la lluvia? Yo pensaba que a los animales les daba un poco igual eso de mojarse.
-Bueno, puede que a algunos les guste, pero yo lo paso fatal cuando se me empapan las crines. Además, no es por eso. Soy un unicornio de las nubes, vivo allí arriba en el cielo. -dijo señalando por la ventana. -Normalmente es fácil volver a subir, pero creo que esta vez voy a necesitar ayuda.
– Yo puedo echarte una mano, en el trastero tenemos una escalera, aunque no sé si será suficientemente larga… ¡Ya sé, podemos ir al aeropuerto para que te montes en un avión!
-No hace falta nada de eso, los unicornios de las nubes tenemos nuestros propios medios, subiré montado en el arcoíris.
-¡Anda ya! – Dijo la niña riendo. -Los arcoíris son un fenómeno óptico producido por el paso de la luz del Sol a través de las gotas de suspensión en el ambiente; no se puede caminar por ellos por que no son sólidos. -estaba muy segura de lo que decía, su asignatura favorita en el cole era ciencias naturales.
-¿Y quién crees que sostiene esas gotitas ahí? El agua pesa y se va a la tierra, pero los unicornios somos capaces de sujetarlas en el aire para crear el arcoíris.
-¿A sí? ¿Y cómo lo hacéis?- Aurora tenía mente de investigadora, siempre tenía preguntas y siempre quería conocer todas las respuestas.
-Con un baile especial, que además de sujetar las gotitas, hace que por unos minutos se pueda caminar sobre el arcoíris. -dijo el unicornio casi susurrando. -¡Pero no se lo digas a nadie! Es un secreto entre unicornios y como se enteren mis colegas de que lo voy contando por ahí me va a caer una buena. Lo malo es que al caer me he hecho bastante daño en el culo y voy a necesitar un segundo bailarín para que los movimientos sean efectivos. ¿Me echas una mano?
Aurora se volvió a reír al escuchar de nuevo la palabra culo; pero después asintió decidida y se puso en pie preparada para ayudarle (después de todo no podía tener un unicornio de mascota en un piso tan pequeño). El unicornio también se puso en pie, aunque con un poco más de esfuerzo, y le enseñó paso a paso el baile secreto para hacer salir el arcoíris.
Cuando estuvieron listos abrieron la cristalera y salieron al balcón. Se colocaron en sus puestos y con un relincho del unicornio empezaron la coreografía. Se movían fluidamente y con una sincronía perfecta, parecían un dúo famoso de bailarines. Al acabar el último paso, riendo a carcajadas y totalmente empapados, las nubes se abrieron y en el cielo apareció un arcoíris enorme de colores vivos y con una apariencia más sólida de la habitual.
-Bueno, me tengo que ir ya. – dijo el unicornio mientras se sacudía el agua de las crines. -Muchas gracias por todo. Intentaré convencer a mis colegas para llevar las nubes de lluvia a otra parte ¡Pero no prometo nada!
-Tranquilo. Normalmente odio los días de lluvia, pero este ha sido muy divertido. -Aurora se aparto el pelo mojado de la cara y miró a su nuevo amigo con una sonrisa. De repente, el unicornio dio un gran salto casi imposible desde la barandilla y aterrizó en el arcoíris; galopando a toda velocidad y perdiéndose entre las nubes.
Aurora se quedo un poquito más en la terraza mirando al cielo; al final de todo quedarse en casa por vacaciones no estaba tan mal.
Fin.