Esta historia sucedió hace mucho tiempo (el fin de semana pasado), aunque comenzó mucho antes, pero tampoco demasiado, con un sueño que tuvo el mapache. En el sueño aparecía un lugar que se le quedó grabado; tiempo después descubrió que ese sitio existía y estaba relacionado con la alquimia, masonería, templarios y movidas así. Mucho antes de que llegaran los turistas…
Decidió viajar hasta allí acompañado de la nutria por si surgían problemas, en busca de una revelación; cosa que no sucedió porque una pareja de turistas tremendamente pesados se les pegaron, la nutria defendió al mapache fieramente y consiguieron darles esquinazo, ella se convirtió en su Arya particular de Juego de Tronos.
Pasó el tiempo y descubrió que la revelación que necesitaba ya se había producido porque pasaron una prueba de valor, no cualquiera era capaz de librarse de unos pesados así y ahora sabía cómo devolver a su casa la grandeza que le pertenecía.
El plan era fácil, robar un castillo, y después todos los demás, porque todo el mundo sabe que lo que cuesta es el primero. Seleccionó cuidadosamente uno y se dispuso a trazar el plan… No se le ocurrió ningún plan así que fue allí directamente.
Una vez en el castillo pensó que debería haber trazado un plan. ¿Cómo se demuestra la propiedad de un castillo? ¿Poniendo carteles? Aburrido de pensar, comenzó a buscar por las inmediaciones dónde iba a colocar el retrete y cómo abastecerse de agua, por suerte encontró un arroyo…
Lo siguió un poco y encontró un árbol extraño en el que quizá podría hacerse una casa del árbol o el retrete, pero en cuanto se acercó comenzó a parlotear:
—Sé a lo que vienes, Sir Indi, hijo de los mapaches, de la casa del pez caminador… No va a ser tan sencillo. Lo que quieres conseguir va a requerir una prueba de tu valor.
—Casi me matas del susto, espero que lo de la prueba de valor sea a partir de ahora —dijo el mapache mientras recuperaba la compostura.
El árbol le contó que para conseguir el castillo de verdad debería pronunciar el juramento con la taza sagrada que se encontraba en el nacimiento del río, ¿quién sabe cuántas aventuras debería atravesar para conseguirlo? Estaba dispuesto a pasar cualquier prueba, esta alimaña se crece con la adversidad.
Así que Indi se encaminó decidido a la aventura y a una distancia prudencial del árbol, para no ser visto, se escondió en un remanso del arroyo a dormir la siesta porque bastante duro había sido su día ya…
La nutria estaba preocupada y salió a buscarlo al ver lo que tardaba en volver, más después de ver las últimas búsquedas en el ordenador de la madriguera de «¿cómo conquistar un castillo?» y la ubicación de uno cercano. Cuando llegó al lugar oyó una voz y la siguió, se encontró al árbol que no dejaba de repetir con detalles la peligrosa misión en la que se había embarcado el nuevo y sexy «héroe».
Se encaminó al nacimiento a por él, solo ella sabe los peligros tuvo que sortear. Al no encontrarlo al llegar se puso a dar patadas a un árbol enfadada hasta que algo cayó al cauce que allí comenzaba…
Cuando el mapache despertó se sentía de nuevo dispuesto a la aventura, pero se distrajo con algo que traía la corriente, resulta que gracias a sus poderes de héroe la taza vino a él, ¡es el elegido!
Llenó la taza de agua sagrada y se puso en marcha hacia el castillo a pronunciar las palabras, menos mal que llegó la nutria a tiempo con agua del nacimiento, evitando que recordara el día por la intoxicación. Ella sí que había estado siguiendo la taza sagrada corriente abajo para conseguirla.
Al enterarse de todo lo que había pasado la nutria, no tuvo más remedio que compartir el botín con ella, finalmente se inventaron un juramento y se quedaron el castillo. ¡El primero por ahora!